“Trabajemos por y
para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”
(Juan Pablo Duarte).
El 31 de enero, se conmemora en la República Dominicana el Día Nacional de la Juventud, instituido mediante la Ley No.20-93. Esta
fecha coincide con la celebración del día de San Juan Bosco, llamado ‘Padre y
Maestro de la Juventud’.
Verdadera lástima produce contemplar la realidad
actual de la mayoría de nuestros jóvenes, en un país lleno de legiones de muchachos
y hasta niños atrapados en el vicio de las drogas, alienados por la cultura
musical, alimentaria y la vestimenta de moda del imperio que nos avasalla. El mismo
imperio cuya soldadesca invasora introdujo este vicio letal en Ciudad Nueva, en
abril de 1965, para neutralizar a la juventud dominicana, que en ese entonces
era una de las más politizadas de América, cuyo orgullo era lucir bajo el brazo
cualquier libro de los maestros internacionales del pensamiento político,
cultural, artístico y otras corrientes positivas.
Hoy día, el orgullo de los jóvenes es deambular
con un vaso plástico en las manos, lleno de alcohol, un tufo a marihuana; la
cabeza llena, no de ideas, sino de disparates estridentes que repiten a coro,
manipulados por la industria de la música y del espectáculo, y que les impide
reflexionar sobre los reales problemas del país.
Mientras las grandes masas se revuelcan en la
danza de los idiotas, los dueños del poder disfrutan satisfechos los beneficios
de la corrupción, amparados en la impunidad a los más altos niveles.
Por ello, el 26 de enero, fecha del natalicio del
más puro de los jóvenes dominicanos, cuyo ideario debiera ser el estandarte de
lucha de la juventud dominicana, pasa
sin pena ni gloria, en medio de la algarabía colectiva de una multitud ignara
inmersa en un largo fin de semana festivo auspiciado por los gobernantes de
turno, para que nos olvidemos, de los
grandes robos del dinero de todos los contribuyentes, en provecho de una mafia cívico-militar
que nos ha extorsionado en todos los órdenes, principalmente a través del
narcotráfico, la compra sobrevaluada de los Tucanos, las construcciones súper valuadas
por la Odelbrech y otros escándalos de corrupción que tienen a nuestro país
sumido en una peligrosa ola de delincuencia y al borde de una erupción política
de graves consecuencias para nuestra endeble democracia.
Ojalá los jóvenes dominicanos despierten durante el
trayecto de este “Mes de la Patria” que inició el 26 de enero hasta el 27 de
febrero, y se animen a conocer y a luchar por los ideales del fundador de la
República Dominicana, Juan Pablo Duarte,
el verdadero Duarte, de carne y huesos, un brillante joven con ideas claras que
a los 17 años ya soñaba con la construcción de una nación libre, independiente,
próspera y soberana. Todavía estamos a tiempo.