jueves, 20 de septiembre de 2007

EDUARDO BRITO


El barítono Eduardo Brito nació el 21 de febrero de 1905, en el paraje El Higo, Cerro De Nava, sección Blanco, Luperón, provincia Puerto Plata, siendo bautizado como Eleuterio Aragonez. Al cabo de los años sería la más grande figura del canto en República Dominicana y una de las voces más sobresalientes de toda nuestra América.
A la edad de 10 años, Eleuterio cantaba acompañándose con una latita, palitos y un rudimentario instrumento fabricado por él mismo, semejante a una guitarra. A la vez que cantaba, desempeñó en su infancia los más variados trabajos. Al cumplir los 16 años, se fugó del hogar materno y se fue a Santiago, donde recibió refugio en La Casa de Bélica, en la calle San Severo. En esta ciudad desempeñó el oficio de limpiabotas, y al cabo de unos meses conoció a Chita Jiménez, otra gloria del canto. Y así, mientras brillaba los zapatos de su muy numerosa clientela, entonaba con su potente y afortunada voz las melodías de moda.
En poco tiempo el artista en ciernes se convirtió en el favorito de las serenatas que para la época se ofrecían en abundancia en la romántica Ciudad Corazón, donde fue bautizado como “Puerto Plata”. Allí cantó con un grupo musical en el Café Yaque, donde ganó buen dinero y fue aplaudido delirantemente por la concurrencia. Así se inicia su exitosa carrera que no pararía hasta la hora de su muerte.
Recorrió varias ciudades del país, trabajando para sostenerse y cantando. Salvador Sturla quedó maravillado con su voz , y Julio Alberto Hernández lo conoció en 1925, interesándose por su educación musical. En esos años Brito conoció a Piro Valerio, Chencho Pereyra y Bienvenido Troncoso. En 1928, con la dirección de Don Luis Rivera se montó el famoso Cuarteto de Rigoletto, de Verdi, siendo escogidos para la representación Eduardo Brito, Susano Polanco, Catalinita Jáquez y Petrica Comprés. La función fue un éxito ene. Teatro Ideal de Santiago, y constituyó el primer gran triunfo de Brito al más alto nivel profesional.
El 3 de noviembre de 1929 casó con Rosa Elena Bobadilla, quien se convertiría en su compañera sentimental y artística. Brito contaba con 24 años de edad y Rosa Elena 17. Luego de la boda salieron en gira por Haití, Curazao y Puerto Rico, y a su regreso recibieron los más cálidos elogios. Luego partieron a New York, donde realizaron grabaciones para el señor RCA. Los primeros temas grabados por Brito fueron La Mulatota, de Piro Valerio, Lucía, de Machilo Guzmán con letras de Joaquín Balaguer; Mi llegada a Macorís, de Bienvenido Troncoso, y otras más. Además, la pareja actuó con éxito en distintas salas de espectáculos de New York.

En 1932 es contactado en la gran urbe por Eliseo Grenet, compositor y músico cubano, quien dirigía la compañía Cubanacán y estaba preparando una gira artística a España. Al llegar a Barcelona, Brito actúa en la zarzuela La Virgen Morena, destacándose con los temas Lamento Esclavo y Mi vida es cantar, los cuales tenía que repetir varias veces en cada presentación, a petición del público, convirtiéndose en el nuevo ídolo del gran público español. Continuó cosechando éxitos con Los Gavilanes, La Gioconda, arias de Tosca y otros temas, con los cuales recorrió América y parte de Europa.
En 1944, estando en New York, le llegaron de nuevo problemas de salud que había sentido años antes; estaba perdiendo facultades vocales, realidad que lo agobiaba y desesperaba. Comienzan sus trastornos mentales. Rosa Elena espera su tercer hijo (los dos anteriores habían nacido en 1940 y 1942). No tenía bienes, había perdido todos sus ahorros en la quiebra bancaria norteamericana.
Una hermana de Brito le proporciona los pasajes para su retorno a la patria junto a su familia. En mayo de 1944 regresa Brito a su amada Quisqueya, para no irse jamás. Tras un examen médico, el Dr. Zaiter indicó que “Eduardo Brito tenía sífilis cerebral, lo cual le producía trastornos nerviosos, delirio de megalomanía”. Terminó sus días en medio de un doloroso vía crucis, encerrado en una mazmorra del manicomio de Nigua. Murió a las dos de la mañana del 5 de enero de 1946.

Mediante la Ley No.177-06, del 27 de abril del 2007, se denominó como Teatro Nacional Eduardo Brito la principal sala de espectáculos del país. Con esta ley se reconoce “el umbral internacional alcanzado por el artista, que lo hace merecedor de este reconocimiento, justamente con motivo de la celebración de su centenario”.

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