jueves, 28 de mayo de 2015

LA REELECCIÓN PRESIDENCIAL

La historia se repite
(Este trabajo lo publiqué en el semanario LA PRENSA Dominicana, edición piloto del 28 de febrero de 1997).


De nuevo ronda los pasillos del palacio de Gobierno el fantasma de la reelección presidencial.
Recientemente el consultor jurídico del Poder Ejecutivo, Dr. César Pina Toribio, reveló que “el Presidente Leonel Fernández contempla convocar una Asamblea Constitutiva para discutir la reelección presidencial y rediseñar las reglas procedimentales a seguir por el Congreso Nacional y la Justicia”.
Parece que el Doctor Leonel Fernández ha sido afectado desde muy temprano por el síndrome reeleccionista, que tantos males ha causado a la institucionalidad democrática dominicana.
La historia reciente de nuestro país es bien elocuente al respecto.
En el año 1930 los intentos reeleccionistas del presidente  Horacio Vásquez provocaron el surgimiento de la más férrea dictadura sufrida por el pueblo dominicano, encabezada por el monstruo Rafael Leónidas Trujillo, quien se mantuvo en el poder durante más de 30 años, a través de sucesivas y fraudulentas reelecciones teñidas de sangre.
Luego de ajusticiado el tirano en 1961, tuvimos un breve respiro democrático con la elección del profesor Juan Bosch en 1962, primer presidente escogido libremente luego de la muerte de Trujillo. Durante el efímero gobierno de Juan Bosch fue reformada la Constitución, donde se consagró la No Reelección.
El derrocamiento de este primer ensayo democrático, a los siete meses de gobierno, trajo como consecuencia la entronización de un Triunvirato encabezado por el Dr. Donald Reid Cabral, cuyos propósitos reeleccionistas provocaron la revolución de abril de 1965, convertida a los pocos días en Guerra Patria contra la 2da. intervención norteamericana en este siglo a nuestro país.
Con el suelo patrio aún ocupado por los marines norteamericanos y bajo sus auspicios, fueron celebradas nuevas “elecciones” en 1966, dando como resultado la vuelta al poder del Dr. Joaquín Balaguer, quien se constituiría en el más descarado de los reeleccionistas de nuestra historia, capaz de increíbles atrocidades con fines de eternizarse en el poder.
Aunque derrotado en 1978 por el hacendado Antonio Guzmán Fernández, candidato del Partido Revolucionario Dominicano, Balaguer se quedó con parte importante del poder, mediante una truculenta maniobra que le permitió controlar la Cámara Alta y por tanto, los poderes Legislativo y Judicial, al arrebatarle cinco senadurías al PRD, con métodos puramente gansteriles, liderados por el Dr. Vincho Castillo.
Rehabilitado políticamente de nuevo en 1986 por los errores cometidos en el gobierno de Salvador Jorge Blanco,  el Dr. Balaguer reconquista el poder en las elecciones de ese año, y aunque vuelve con un estilo de gobierno menos violento que en su anterior período de 12 años, recurre de nuevo a la práctica del terror para mantenerse fraudulentamente en el poder.
Balaguer es reelegido en 1990, contra un PRD diezmado por la división interna y por la persecución judicial desatada contra los principales ex funcionarios del gobierno jorgeblanquista, así como contra los principales líderes del partido blanco. Los resultados parecieron haber favorecido al Partido de la Liberación Dominicana, pero éste no supo defender su triunfo en las calles, como lo había jurado el profesor Juan Bosch.
Balaguer consigue reelegirse de nuevo en 1994, con la complicidad de una Junta electoral abyecta hasta la médula.
El Dr. José Francisco Peña Gómez, principal contendiente del Dr. Balaguer y favorito de las grandes mayorías nacionales, fue el evidente ganador de dichas elecciones, por lo que inicia de inmediato una lucha sin cuartel, tanto nacional como internacional, con fines de que sean anulados dichos comicios y convocadas nuevas elecciones. Este irregular proceso llevó al país al borde de una guerra civil, la cual no estalló por el desprendimiento y el patriotismo del Dr. Peña Gómez.
Los principales partidos llegaron a un acuerdo a través del Pacto por la Democracia firmado el 10 de agosto de 1994 en el Palacio Nacional, en presencia de testigos de diferentes organizaciones y representantes de la sociedad civil, de la Iglesia Católica y de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo cual culminó en la celebración de una Asamblea Nacional Revisora que reformó el Artículo 49 de la  Constitución, donde se consagra de nuevo la No reelección presidencial sucesiva. Asimismo, dicha Asamblea  Revisora rebajó en dos años el período del nuevo gobierno de Balaguer, convocando a nuevas elecciones para el 16 de mayo de 1996.
Lo acontecido después es harto conocido por el pueblo dominicano. Balaguer no pudo ser candidato de nuevo, pero logró mantener una significativa cuota de poder, a través de un acuerdo electoral con el Dr. Leonel Fernández.
Luego de este somero análisis, resulta preocupante que a sólo seis meses de gobierno peledeísta, aquéllos que ayer fueron abanderados de la No Reelección, pretendan ahora convocar a una nueva Constituyente para restablecer el continuismo.

El pueblo debe rechazar militantemente estas pretensiones, por cuanto es evidente que la reelección presidencial ha sido funesta para la definitiva institucionalización de la democracia dominicana.

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